En la vasta y misteriosa tradición milenaria de las katanas, veneradas espadas japonesas, cada nombre es mucho más que una simple etiqueta, encerrando historias de héroes, leyendas y maestría artesanal y volviéndose relatos tejidos con hilos de honor, tradición y poder.
Algunas llevan el nombre de sus forjadores, en tributo a la maestría de aquellos artesanos que moldearon cada hoja con precisión milimétrica y pasión inigualable. Otras evocan sus características únicas, como la curvatura de una hoja o un patrón de acero que deslumbra en su belleza atemporal.
Son nombres que dan vida a la esencia misma de cada espada, revelando su singularidad y la destreza tras ellas, que inspiran respeto y admiración, transmitiendo el legado de épocas pasadas a través del acero afilado.
Así como cada nombre, cada katana es única; un fragmento de la rica cultura japonesa, donde la tradición se entrelaza con la leyenda y la habilidad. Estas espadas no solo son armas, sino símbolos de una tradición que trasciende el tiempo y el espacio, manteniendo viva la llama de la dedicación y el honor.
Son sus nombres los que ayudan a fijarlas en la memoria de miles, dejando huella perenne, pues, en cada historia contada a través de los siglos, encontramos un legado de emoción, respeto y admiración, que continúa siendo testigo mudo de un pasado glorioso y un presente de misterio y encanto.

Las katanas, especialmente las de gran valor histórico o artístico, suelen tener nombres específicos.
Aquí podéis descubrir cómo se nombran y qué significan algunos de ellos, sin embargo, es necesario advertiros que estas “categorías” no son excluyentes unas de otras ni reflejan la complejidad real de estos.
Nombradas por Personajes Históricos
Algunas tienen nombres de personas, que se les otorgaron por razones históricas o culturales, y normalmente se asocian, o bien a los herreros que las forjaron, como reconocimiento a su buena labor, o figuras importantes en la historia de Japón que las hubieran poseído o utilizado.
Ejemplos:
Honjo Masamune lleva el nombre de su creador, Masamune Goro, renombrado herreros de la historia japonesa, y de uno de sus poseedores, Shigenaga Honjo, asociando la maestría del forjador, reconocida como una de sus mejores creaciones, como con la historia de su portador.
Tachiwaki, otra famosa katana reconocida por su excepcional artesanía, que lleva el nombre de su creador.

Nombradas por Características
También pueden recibir nombres basados en alguna de sus características, desde la estética visual hasta sus calidades.
Ejemplo:
Kogarasu Maru, considerada una obra maestra de la forja japonesa, se caracteriza por su hoja corta y su curvatura distintiva. Se dice, su nombre proviene de Karasabi, pudiendo deberse a su similitud con una espada coreana, siendo Kara “Corea” y sabi, por su origen etimológico, “herramienta afilada”, o por significar akara-sami, “hoja brillante y reluciente”, convirtiéndose en karasabi, abreviado karasa, y karasu con el tiempo, agregándose la sílaba ko para obtener kogarasa, “pequeña hoja reluciente”.
Nombradas por Eventos Históricos y leyendas
Otras katanas tienen nombres relacionados con eventos históricos, leyendas. Por ejemplo, una espada que haya sido utilizada por un famoso samurái o en una batalla significativa puede llevar el nombre de esa persona o evento.
Ejemplos:
Kusanagi noTsurugi. Inicialmente Ama no Murakumo no Tsurugi, "Espada celestial de las nubes reunidas", se conoce más comúnmente como Kusanagi-no-Tsurugi, "Espada cortadora de hierba" debido a una leyenda dónde el príncipe Yamato Takeru, durante una expedición de caza, resulta atrapado por un señor de la guerra que incendió la pradera y mató a su caballo para impedirle huir. Takeru usó la espada Ame-no-Murakumo-no-Tsurugi para cortar el pasto reduciendo el combustible del fuego y, al hacerlo, descubre que la espada podía controlar el viento, usándola para dirigir las llamas hacia el señor de la guerra y sus hombres, derrotándolos. En honor a esta victoria, Takeru cambió el nombre de esta.
Dojigiri, forjada por el famoso herrero Hoki Yasutsuna, se halla en el Museo Nacional de Tokyo tras pasar por varios clanes. Se dice que Minamoto Yorimitsu asesinó al monstruo Shuten Doji con ella; de allí su nombre, que significa cortadora de Doji.
Juzumaru, forjada por Aoe Tsunetsugu, se halla en el templo Honkoji de Amagasaki, tras pertenecer al monje profeta Nichiren y el templo Kounji. Se dice que Nichiren adornaba la katana con un rosario para alejar a los espíritus malignos, por lo que su nombre significa, precisamente, “rosario”.

Nombradas por Tradición
En la cultura japonesa, el acto de nombrar una katana puede estar relacionado con rituales o tradiciones. Por ejemplo, se le puede dar un nombre auspicioso o significativo para simbolizar la esperanza de victoria o protección.
De Épocas o Escuelas
Existen diferentes escuelas de forja en Japón, cada una con sus propias técnicas y estilos. Las katanas pueden ser nombradas en función de aquellas a las que pertenecen, o por estas.
Nombres Compuestos
Si bien hemos mencionado algunas formas en las que pueden clasificarse, superficialmente, los nombres de las katanas, muchas veces dichos nombres pueden abarcar más de una categoría, o más de un motivo.
Ejemplo:
Honjo Masamune, nombrada por dos personajes históricos distintos relacionados a ella.
Mikazuki Munechika, creada por Sanjo Munechika, herrero reconocido en la corte imperial durante el periodo Heian, y famoso por su capacidad para crear katanas tan eficientes en combate, como poseedoras de impresionante belleza. Él tenía tanto cariño a ésta que le puso su nombre, además del término mikazuki, que significa “luna creciente”, porque, durante el proceso de templado, las marcas dejadas en el metal asemejaban a medialunas.

Cada nombre, cada historia, es un fragmento de la rica cultura japonesa, y si bien aquí hemos intentado simplificar esta tradición de nombrarlas, agrupando los motivos por los que se seleccionan sus respectivos nombres de una forma amplia y genérica, es necesario tener en cuenta que dicha elección siempre posee un profundo valor y significado, tanto para quienes las bautizaban como para la propia espada, a la que se le concedía una mayor profundidad, comparable a otorgarle un espíritu propio en tal acto.
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